La toma de Gibraltar de 1411 fue una victoriosa reconquista nazarí de esta plaza, que se había rebelado contra su dominio y entregado a los benimerines. Fue tras el sexto de los grandes sitios sufridos por esta ciudad, el único protagonizado por dos potencias musulmanas.

En 1374, los benimerines de Fez cedieron Gibraltar a los nazarís granadinos, al parecer a cambio de asistencia de éstos con las rebeliones en Marruecos.
En 1410, los gibraltareños se amotinaron. Expulsando a la guarnición nazarí, decidieron
entregarse a los benimerines. El sultán Abu Said Uthman III envió a Gibraltar a su hermano y homónimo Abu Said con un poderoso ejército y el encargo de recuperar los antiguos territorios benimerines en España, a su juicio usurpados por los nazaríes. El príncipe meriní fue recibido con júbilo y, además del Campo de Gibraltar, recibió el homenaje de Manilva, Marbella, Casares (Málaga), Benahavís y algunos pueblos de la Serranía de Ronda.
entregarse a los benimerines. El sultán Abu Said Uthman III envió a Gibraltar a su hermano y homónimo Abu Said con un poderoso ejército y el encargo de recuperar los antiguos territorios benimerines en España, a su juicio usurpados por los nazaríes. El príncipe meriní fue recibido con júbilo y, además del Campo de Gibraltar, recibió el homenaje de Manilva, Marbella, Casares (Málaga), Benahavís y algunos pueblos de la Serranía de Ronda.
Al año siguiente, Granada lanzó una contraofensiva con el fin de reconquistar el territorio perdido. Yusuf III de Granada acordó una tregua con el infante Fernando de Castilla, tutor de Juan II de Castilla, que había conquistado Antequera, lo que le permitió volver todos sus recursos contra los benimerines, iniciando de inmediato las operaciones de cerco con el objetivo de rendir la plaza.
No obstante, los benimerines no lo pusieron fácil, y Abu Said, confiado en la fortaleza de su plaza, realizó numerosas salidas contra el invasor para romper el cerco. Ante sus constantes acometidas, y falto de suministros, el emir Yusuf se vio en serias dificultades para mantener el asedio.
Sin embargo, los defensores no estaban en mucho mejor situación en cuanto a los suministros, y también acusaban la carencia de estos. Estos no llegaban desde Marruecos, y los pocos navíos enviados, mal equipados, con escasas municiones y víveres, cayeron en manos de los granadinos.
Abu Said fue encerrado en la Alhambra con todo lujo de comodidades. El astuto Yusef, ante las turbulencias políticas de los benimerines, consideró una inversión mantenerle vivo y bien atendido. Así, cuando el sultán Abu Said Uthman III fue asesinado en 1420, Abu Said fue puesto en libertad y enviado al Norte de África, donde rindió grandes servicios a los granadinos, aunque no lograra ocupar el trono de su hermano.
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