En el año 1462, bajo el reinado de Enrique IV, Castilla consigue por fin incorporar Gibraltar a sus dominios. Este hecho tiene gran repercusión en el mundo islámico, en tanto en cuanto ahonda profundamente en el declive del Islam en la península, jalonado de constantes derrotas militares ante los castellanos, lo que provoca una gran decepción generalizada, aderezada además por las constantes luchas internas que disolvían el reino sin remedio.
Desde el punto de vista cristiano, esta victoria está revestida de un gran simbolismo, pues esta plaza, como ya se ha visto en anteriores entradas, está repleta de efímeras victorias y sonadas derrotas, además de ser trágica protagonista de la muerte de Alfonso XI, víctima de la peste en el infructuoso asedio de 1349-1350, o la de Don Enrique de Guzmán, segundo conde de Niebla, en el asedio de 1436.
Esta sonada y duradera victoria se consigue tras el que puede considerarse como el octavo gran asedio de Gibraltar.
En aquel momento, era alcaide de Tarifa Alonso de Arcos. Sin embargo la plaza era propiedad de Juan Alonso de Guzmán, conde de Niebla y Duque de Medina Sidonia, cuyo padre Enrique murió intentando conquistar Gibraltar en 1436.
En agosto de 1462, un habitante de la musulmana Gibraltar desertó a Tarifa, convirtiéndose al cristianismo. Este individuo informó al Gobernador de Tarifa, Alonso de Arcos, de la debilidad de las defensas de Gibraltar y por tanto de la oportunidad de apoderarse de la plaza, debido a la ausencia de tropas que habían partido a otros menesteres.
Un escéptico Alonso, quizás temiendo una trampa, envió una pequeña fuerza de reconocimiento para intentar verificar las afirmaciones del desertor . Los hombres de Alonso tomaron posiciones en las inmediaciones, y tras capturar a una patrulla árabe confirmaron la información del desertor.
Comprendiendo la oportunidad que se presentaba y la premura de tiempo, Alonso solicitó refuerzos de las ciudades
cristianas cercanas y de Juan Alonso de Guzmán , quien ya bloqueó el istmo en el séptimo sitio. Una vez reunida una fuerza suficiente de las poblaciones cristianas próximas, Alonso lanzó un asalto, lo que derivó en dos días de intensos combates, después de lo cual
los musulmanes enviaron un emisario para ofrecer condiciones para la rendición.
Sin embargo, Alonso, estimó que no tenía la autoridad para aceptar la rendición, e informó a los asediados que deberían esperar la llegada de un noble de mayor rango, el Duque de Medina-Sidonia, o, en su defecto, el Conde de Arcos
Condado de Arcos |
Sin embargo, en esas estaban las tropas cristianas, solo a falta de negociar las condiciones de la rendición, cuando se produce un incidente, y es que el contingente de Jerez aceptó la rendición por su cuenta, y ya estaban tomando posesión, cuando el contingente de Arcos, al mando de Rodrigo Ponce de Leon (hijo del conde de Arcos), alertado de esa situación, irrumpió a su vez en la ciudad, lo que reanudó las hostilidades con los musulmanes que buscaron refugio en el castillo. Éstos, viendo como se las gastaban los cristianos entre ellos, informaron a los asediadores que solo se rendirían ante el Duque de Medina Sidonia.
Ducado de Medina Sidonia |
Con Gibraltar virtualmente en manos cristianas, al incidente anterior se suma a su vez un altercado entre los de Guzmán y los de Rodrigo Ponce de Leon sobre el estandarte que se debía elevar por encima del castillo, argumentando los del conde de Arcos que ellos habían rendido la plaza, y los de Medina Sidonia que el castillo resistía y solo se rendiría ante ellos. Muy hispano todo.Finalmente se llegó a un acuerdo para que ambos estandartes realizasen la toma conjunta del castillo. Así se hizo en una ceremonia no exenta de tensión, pero mientras tanto las tropas del Duque de Medina Sidonia tomaron el control efectivo de todo el castillo. Los hombres de Ponce de León, tomando este acto como una traición sobre lo pactado, retiraron sus estandartes y abandonaron la roca dejándola de facto bajo el control del Duque.
De esta manera, el viernes 20 de agosto de 1462, entre discordias nobiliarias, Gibraltar retornó al dominio español, que no abandonaría hasta la conquista inglesa de 1704. También comenzaba así la larga y amarga enemistad de las casas de Arcos y Medina Sidonia.
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