La firma del Tratado de Alcalá de Henares el 19 de diciembre de 1308 entre Fernando IV y Jaime II apuntalaba cierta reconciliación diplomática entre Castilla y Aragón unidos ahora afectivamente frente a los musulmanes granadinos; contra Muhammad III y su “prepotente“ estrategia norteafricana, que le había proporcionado la conquista temporal de Ceuta en 1306 y un año más tarde la de Tánger, Arcilla y Larache, aprovechando la fragilidad militar en la zona de los benimerines, tras la muerte del sultán meriní Abú Yacúb.
En un principio Gibraltar entraría de lleno en las operaciones militares cristianas derivadas del cerco de la ciudad de Algeciras. En efecto, Fernando IV, que había puesto especial interés en los preparativos terrestres de la campaña del Estrecho, necesitaba la ayuda de la flota catalana –unas diez galeras al mando del almirante Gisbert de Castellnou– para cercar, conjuntamente con la flota castellana la plaza algecireña por mar, e impedir cualquier ayuda naval granadina desde Gibraltar por la bahía. Incluso se temía un posible socorro desde Ceuta. Lo que, en hipótesis, resultaría más complicado habida cuenta la teórica vigencia, aun en septiembre de 1309, de la antigua alianza tripartita de castellanos, aragoneses y benimerines contra los granadinos.


En agosto de 1309, una contundente victoria aragonesa en Almería –la única que se conseguiría verdaderamente importante – corroboraba la inhibición meriní en la lucha de Estrecho. Ante los ojos de la cristiandad peninsular Jaime II se presentaba ya como auténtico “paladín de Occidente”.
Habida cuenta de las circunstancias, Fernando IV, más prudente y discreto, menos temerario y arrojado que su aliado, ordenaba cercar Gibraltar para debilitar a los algecireños.
De esta menera, la "sorprendente" primera primera toma del castillo y la villa vieja de Gibraltar, con sus dos arrabales periféricos –la Barcina y la Turba– asi como su complicada conservación y difícil repoblación, se insertan en una larga y enredada estrategia, política y diplomática, de marcado carácter internacional, por el control del litoral y los puertos marítimos más importantes de ambas orillas –europea y norteafricana– del Estrecho –Tarifa, Algeciras, Gibraltar y Ceuta– entre 1275 y 1369.
En la campaña intervinieron el infante Juan de Castilla "el de Tarifa", don Juan Manuel, Diego López V de Haro, señor de Vizcaya, Juan Núñez de Lara el Menor, señor de la Casa de Lara, Alonso Pérez de Guzmán, Fernán Ruiz de Saldaña, y otros magnates y ricoshombres castellanos. También tomaron parte en la empresa las milicias concejiles de Salamanca, Segovia, Sevilla, Zamora, y de otras ciudades.
Por su parte, el rey Dionisio I de Portugal, suegro de Fernando IV de Castilla, envió un contingente de 700 caballeros a las órdenes de Martín Gil de Sousa, Alférez del rey de Portugal, y Jaime II de Aragón aportó a la expedición contra Algeciras diez galeras. El Papa Clemente V, mediante la bula "Prioribus, decanis", emitida el día 29 de abril de 1309 en la ciudad de Aviñón, concedió a Fernando IV de Castilla la décima parte de todas las rentas eclesiásticas de sus reinos durante tres años, a fin de contribuir al sostenimiento de la guerra contra el reino de Granada.

Los últimos preparativos de la campaña fueron realizados en la ciudad de Sevilla, a la que Fernando IV llegó a principios de julio de 1309. Los víveres y suministros acumulados en la ciudad de Sevilla por el ejército castellano-leonés fueron trasladados por el río Guadalquivir, y posteriormente por mar hasta Algeciras.
El rey castellano aportaría diez galeras a la expedición y otras tantas el rey aragonés. Se aprobó con la anuencia de ambas partes que las tropas del reino de Castilla atacarían las plazas de Algeciras y Gibraltar, mientras que los aragoneses conquistarían la ciudad de Almería.
No obstante, al no poder mantener los castellanos los dos sitios (Algeciras y Gibraltar) con garantías de éxito, se decidió el esfuerzo de sus tropas a la conquista de Gibraltar, poniendo al frente de la empresa a D. Alonso Guzmán el Bueno.
Para esta empresa, el rey Fernando IV de Castilla envió a Juan Núñez de Lara el Menor, a Alonso Pérez de Guzmán, a Fernando Gutiérrez Tello, arzobispo de Sevilla, al concejo de la ciudad de Sevilla, y al Maestre de la Orden de Calatrava a que sitiasen Gibraltar. Acamparon en el istmo y comenzaron los ataques por tres frentes: uno por los arenales y Puerta Tierra; por el mar atacaron los aragoneses, que tras desembarcar tomaron posiciones en altura y comenzaron a lanzar peñascos con dos trabucos contra la fortificación y la población. En este sentido, la Crónica de Fernando IV refiere que las tropas del reino de Castilla cercaron la ciudad de Gibraltar y la asediaron con dos engeños, es decir, con dos máquinas de asedio. Y la misma crónica refiere que las tropas de Fernando IV estrecharon tanto el cerco que los musulmanes no pudieron resistir el ataque y decidieron rendir la plaza, aunque antes de que fuera ocupada por las tropas castellano-leonesas, éstas permitieron que 1.125 musulmanes abandonaran la ciudad. Los moros gibraltareños, tras capitular con el rey la entrega de la fortaleza y de la villa, salieron todos libres y francos hacia “allende la mar”


Pero el esfuerzo de la corona castellana en la empresa militar no garantizaría, ni mucho menos, el dominio cristiano en esta estratégica plaza del Estrecho durante la primera mitad del siglo XIV...
Por favor!!!! Jaime II no conquista Almería en agosto de 1309. Hay que documentarse.
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