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La importancia de Crimea

Conocida antes de los tiempos soviéticos como "el campo de juegos de los zares rusos", gracias a su mar y a su clima templado, la relación entre Rusia, Ucrania y Crimea es aún más antigua gracias a los antecesores compartidos: las tribus eslavas que formaron la Rus de Kiev y gobernaron la región con particular esplendor entre los siglos X y XI.

Más cercano en el tiempo pero con igual relevancia, Sebastopol también es conocida desde la Guerra de Crimea -el conflicto entre Rusia, el Imperio Otomano y los poderes occidentales representados por Francia y Gran Bretaña entre 1853 y 1856- como "la ciudad de la gloria rusa" (aunque Crimea fue una derrota militar catastrófica para la Rusia zarista).

En 1853 la tensión entre Rusia y Turquía era grande a consecuencia de pequeñas diferencias que ambos regímenes acrecentaban. Rusia deseaba absorber Constantinopla y asomarse al Mediterráneo, Napoleón III, con el pretexto de ayudar a los monjes católicos de Jerusalén amenazados por los cismáticos rusos, apoyó a Inglaterra, y cuando Nicolás I dirigió un ultimátum al sultán, éste lo rechazó sabiendo que Francia y la Gran Bretaña le apoyaban.

    Mapa de operaciones de la Guerra de Crimea
En 1854 se inició la guerra y el campo de batalla fue la península de Crimea, concretamente las fortificaciones de Sebastopol. Cuando esta base naval fue conquistada, el zar Alejandro II, hijo de Nicolás I, que había muerto durante la guerra, firmó la Paz de París de 1856. Por ella Turquía reconoció la autonomía de los rumanos, pero recuperó la Besarabia, se desmilitarizó el Mar Negro y el Danubio se abrió a la navegación libre.

Las raíces de de este conflicto se hunden, sobre todo, en una disputa por el dominio de los territorios en posesión de los otomanos tras el derrumbe aparentemente inevitable del imperio. Rusia, que anhelaba anexionarse las tierras de la Europa del Este que hasta entonces habían sido estados vasallos del Imperio Otomano, había ocupado Moldavia y Valaquia (la posterior Rumania) en 1853.

Los rusos y los turcos llevaban largo tiempo enzarzados en conflictos, pero las tensiones habían aumentado en torno al tema del control de los lugares sagrados de Jerusalén, y esas tensiones habían acabado salpicando a Francia. Los británicos observaban con recelo los motivos rusos, temerosos de que estos aprovecharan la oportunidad para dominar el mar Negro y, con ello, las rutas comerciales por tierra con Asia. Cuando los turcos declararon la guerra en septiembre de 1853, los combates se concentraron en Moldavia y Valaquia.

Batalla de Balaclava  (Carga de la Brigada Ligera)
Los rusos acabaron siendo expulsados y los austríacos se introdujeron en la región para frenar futuros avances rusos. Los franceses y británicos se habían sumado a la guerra del lado de los turcos en marzo de 1854, año en el que se libraron batallas clave en la península de Crimea, las más importantes de las cuales fueron la de Balaklava e Inkerman. El puerto ruso de Sebastopol, asediado por las tropas aliadas desde principios de 1854, cayó en septiembre de 1855 y el nuevo zar, deseoso de poner fin a la guerra, firmó el Tratado de París en 1856, por el cual Rusia se comprometía a devolver Bessarabia a Moldavia y aceptaba la neutralización del mar Negro.




Hoy en día, Occidente y Rusia miran a la que un día fue la perla de la corona del Imperio Ruso, una joya estratégica que reluce al albor del conflicto en Ucrania. En el fondo hay una lucha de poder entre Occidente (con la Unión Europea a la cabeza) y Rusia por un área de influencia vital en el ámbito geopolítico y económico para los intereses de cada parte.


Pero, ¿Cuál es la importancia de Crimea en la actualidad?

Rusia ha sido el poder dominante en Crimea durante la mayor parte de los últimos 200 años, desde que anexionó la región en 1783. Sin embargo, fue transferida por Moscú a Ucrania –entonces parte de la Unión Soviética– en 1954. Algunos rusos étnicos lo ven como un error histórico.

Sin embargo, otra minoría significativa, los musulmanes tártaros de Crimea, señalan que una vez fueron la mayoría en Ucrania, y fueron deportados en masa por el líder soviético José Stalin en 1944 por su presunta colaboración con los invasores nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Los ucranianos étnicos componen el 24% de la población de Crimea, en comparación con el 58% de rusos y 12% tártaros.

Los tártaros han regresado desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, causando persistentes tensiones entre los rusos sobre derechos de tierras.

La Unión Soviética primero y Rusia después mantuvieron en Crimea la base principal de su flota en el Mar Negro, en la ciudad de Sebastopol. Tras la desintegración del imperio soviético, Rusia no reconoció la soberanía ucraniana sobre Sebastopol, con el argumento de que el puerto estaba sujeto al estatus de base militar y, por tanto, jamás se había integrado en Ucrania. Finalmente, tuvo que reconocer la soberanía de Ucrania sobre todo el territorio.

El control de las aguas del Mar Negro y el Mar de Azov, que bañan la península, ha sido clave para Moscú desde la época de los zares, pues así domina el este de Europa y el oeste de Asia.

Según el último acuerdo firmado con el gobierno ucraniano, Rusia mantendría la base de Sebastopol hasta al menos 2042. En términos geoestratégicos no quiere ni puede permitirse perder este puerto.

Pero Ucrania tampoco está dispuesta a perder esta región. Y Europa mira con preocupación el expansionismo ruso y el potencial conflicto a sus puertas.

Fuentes| RTVE, BBC, Planeta Sedna

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